“-Dímelas,
a ver si pierden su poder- le pidió su fiel ayudante.
-No te
las diré, son solo mías- replicó el Coronel.”
(Isabel Allende, Dos Palabras, 19)
El
poder de las palabras es un tema
explícito en el cuento de Allende, Dos
Palabras. Si echamos un vistazo más cerca, tal vez podemos encontrar que ella
está haciendo un comentario no tan explícito sobre el poder puede llegar a
ser adictivo y todo lo consume. El
Coronel se le da las palabras que son muy poderosas, y pronto lo consumen. Él
las susurros mientras dormía, las llevaba consigo sobe su caballo, las pensaba
antes de pronunciar su célebre discurso. Su adición le hace
deteriorarse rápidamente y con esto poder él no es lo mismo hombre,
hasta el punto que terminaría la vida. Pero, cuando su amigo fiel le pidió
compartir estas palabras poderosas (con la esperanza que podrían perder su
poder y librar su amigo) el Coronel se negó inmediatamente. No las compartiría
porque estas palabras de poder estaban destinados sólo para él.
Encontramos
un tema similar en El Señor de los Anillos. El anillo- como las palabras- es un
objeto de gran poder. Igualmente, el portador de esto poder se vuelve adicto a
el como vemos en Smeagle y en Frodo también. En su jornada, el espíritu y la
mente de Frodo ambos se deterioran debido a la influencia todo lo consume del
anillo. Sam nota esto y intenta de ayudar su amigo- ofreciendo a tomar el
anillo y a compartir la carga, pero Frodo se niega a compartir el anillo y su
poder.
Es
posible que Allende y Tolkein hacen la misma advertencia en sus obras. Tener el
poder no es un problema inherente. El problema viene cuando el poder te hace
egoísta, cuando ya no quieres compartirlo, cuando se mantiene en el poder en
lugar de las relaciones u otras aspiraciones.





